Cuando el hombre coloniza un lugar, tiende a “limpiar todo” para producir el asentamiento tan esperado o buscado. Ahí nomás podemos cometer el primer error.
Emparejar un terreno, modificándole su composición, suele hacerse casi siempre. Muchas veces eliminando la primera capa, que es la más fértil. Y si a nuestra zona se refiere, reducimos, en varios centímetros, la escasa capacidad de sostén que tienen nuestros suelos, para las futuras plantas. Podemos llamarla una “maceta grande”, de tan sólo 60-70 cm de profundidad.
Vemos como la realidad, da fe de lo que decimos. El hermoso ejemplar de caldén, quedó con 40 cm. menos de suelo, a su alrededor.
La capa de suelo que se extrajo y se "regaló", redujo la profundidad suficiente para que cualquier especie arbórea, crezca vigorosa y pueda hacerse añosa.
Con respecto a la vegetación existente (árboles), topamos todo para empezar de cero. Y quizás había un gualeguay, un caldén, un chañar, un espinillo, un tamarisco, una acacia blanca o un algarrobo. Chicos, medianos o grandes, su magnitud no importa en este caso.
Acto seguido, vemos la necesidad de protegernos u ornamentar el espacio que circunda nuestra vivienda y tener sombra en la vereda, como indica el sentido común o marcan las normas de arquitectura y paisajismo urbano.
Por consejo de viveristas o por nuestros propios y caprichosos gustos, logramos implantar, en la vereda, especies que no son aptas o las que se indican en la Ordenanza Municipal. Pero las que se plantan son exóticas o introducidas, de otros países y requieren más atención de nuestra parte o sufren las inclemencias extremas del tiempo, cuando los azotes del cambio climático se hacen notar. Los primeros años necesitan más atención.
En las imágenes vemos buenos ejemplos de preservar lo existente. De ser MÁS AMIGO CON LA NATURALEZA. De no derribar, cuando se puede aprovechar su existencia. De respetar nuestros recursos naturales, ya sea dentro o fuera de nuestro predio….y aunque el crecimiento urbano se extienda hacia las "quintas" vecinas.
Sauces, álamos, fresnos, arces, catalpas, cipreses, eucaliptos, olmos y tantas otras hermosas especies, cuando las condiciones climáticas son extremas, no las soportan y terminan muriendo. ¿Quiénes las logran vencer, estoicamente?: NUESTROS ÁRBOLES NATIVOS. Ellos requieren menos mantenimiento.
Incorporemos arbustos, herbáceas y árboles nativos en nuestras parquizaciones o forestaciones... y el "tiempo será testigo".
árboles nativos aprovechados.
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