Siempre hablamos de nuestras condiciones climáticas, cuyos factores adversos nos hacen preocupar por el estado y la continuidad de nuestros espacios verdes.
Es hora de repensar las estrategias para contar con un ambiente que sea más estable en el tiempo (sustentable) y que nos demande menos mantenimiento. Ni que hablar de la reposición permanente que debemos realizar por pérdida de especies, que no se adaptan a nuestras condiciones.
Reingeniería del espacio.
En otros artículos se ha mencionado, primero la estrategia y necesidad de agrupar especies con similares requerimientos hídricos.
También se describieron técnicas agronómicas para enriquecer el suelo y favorecer el almacenamiento y la conservación de la humedad (lluvia o riego).
Pero la tendencia es utilizar especies, de todo tipo, que las debemos adaptar a nuestras condiciones y muchas de ellas tienen alto requerimiento de agua o las intensas heladas las "queman" demasiado.
¿A qué se llaman especies nativas?
El término de nativo, como sinónimo de autóctono e indígena, tiene varias aplicaciones. Una es cuando se refiere a especies de una nación, sin diferenciar los lugares naturales o ambientes, en los que habita.
Otra, es la de nativo de una región natural, indistintamente de los límites políticos. De este modo encontramos especies nativas de un área y exóticas de otra en el mismo país; o nativas para una gran región que incluye más de un país. Un ejemplo lo constituyen los jacarandá o tipa (árboles del norte de nuestro país), no son nativos en Buenos Aires a pesar de crecer y fructificar. Acá son simplemente especies cultivadas. Pero nativas (argentinas).
¿Cómo las obtenemos?
El método más básico y satisfactorio, es obtener las semillas y cultivarlas nosotros. Algunas especies pueden multiplicarse por medio de la propagación asexual. Si se requiere transplantar algún ejemplar pequeño, de lugares naturales, debe hacerse en invierno y extrayéndola con un pan de tierra y la mayor cantidad de raíces pequeñas posible.
Los ejemplos son innumerables. Hay representantes de árboles, arbustos y herbáceas que pueden integrar nuestro espacio verde. En combinación con otras introducidas, pero muy resistentes a nuestras condiciones ambientales, contaremos con un jardín variado, colorido, atractivo para aves autóctonas, sin descontar la presencia de insectos polinizadores, que aseguraran la reproducción y propagación.
La imagen muestra el daño de heladas en las ramas de un sauce. Otros ejemplos pueden verse en eucaliptos, olmos, aromos, etc., cuando la intensidad de las heladas y la sequía en invierno son elevadas. Por lo general, en primavera se ven los rebrotes emergidos desde la base de los troncos , como resultado de la muerte de ramitas jóvenes.
Los ejemplos son innumerables. Hay representantes de árboles, arbustos y herbáceas que pueden integrar nuestro espacio verde. En combinación con otras introducidas, pero muy resistentes a nuestras condiciones ambientales, contaremos con un jardín variado, colorido, atractivo para aves autóctonas, sin descontar la presencia de insectos polinizadores, que aseguraran la reproducción y propagación.
Recordemos que muchas especies nativas, son de follaje caduco, por lo que debemos mantener las proporciones entre las perennifolias y las que se desnudan en el invierno.
Igualmente, aunque sean nativas, por vivir en un área con inviernos secos y fríos (heladas) que retrasan a algunas especies, debemos adoptar medidas para paliar dicha situación (ver Luchando contra las heladas) y nunca olvidarse de mantener húmedo el suelo, con riegos más espaciados. Un ejemplo lo constituye el ceibo (Erytrina crista-galli- flor nacional), cuya corteza es muy delicada los primeros años. En cambio el ombú (Phytolaca dioica), especie herbácea, posee una corteza o epidermis muy fina que resiste las heladas. No así las ramitas del año anterior.
Por todo ésto, hay que tener en cuenta cuando se seleccionan las especies, las condiciones climáticas que poseemos. Un jacarandá, lapacho, palo borracho, etc. no se adaptan normalmente en estas latitudes, con clima continental. En cambio puede hacerlo en climas marítimos, donde la humedad relativa ambiente, atenúa el efecto de heladas, soportando mejor la adaptación.
LAS ESPECIES AUTÓCTONAS DEL LUGAR, RESISTEN LAS CONDICIONES CLIMÁTICAS REINANTES. Otras se adaptan sin dificultad.
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