viernes, 29 de octubre de 2010

LO QUE ABUNDA ....DAÑA. ¿El exceso de agua, daña?

Siempre pretendemos recibir información en formato "receta", para facilitarnos las tareas.
Así nos ocurre en muchos órdenes de la vida, como ocurre con una comida o un postre.
Pero, por qué el exceso de agua, daña?. Todo depende de algunos factores:
En primer lugar de la especie vegetal en cuestión, aunque las adaptaciones a requerimientos hídricos, variaciones de temperatura, exposición al sol, humedad del aire, etc., nos hace modificar la cantidad de cada uno de estos factores.

Cuando una especie (arbustiva o herbácea) presenta cierto decaimiento progresivo hasta que sobreviene la muerte, pensamos o expresamos que "no tuve suerte"; "debía tener alguna plaga"; "ya era vieja, 6-7 años" o cualquier otra explicación o justificativo, que nada tienen que ver con la realidad.

Con la irregularidad y escasez de precipitaciones de los últimos años, la frecuencia e intensidad de los vientos y el afán de mantener nuestros espacios verdes, lo mejor posible, exageramos en el riego cotidiano (abundancia) pensando que ayudamos a mantener y crecer toda nuestra floresta.

¿Qué ocurre dentro del suelo?
El suelo está compuesto por una fracción mineral y otra orgánica, además de contener aire y agua, en determinadas proporciones.
La presencia de aire en los primeros centímetros de suelo, conteniendo los gases propios de la atmósfera, es vital para el crecimiento normal de las raíces de las especies vegetales (respiración).
Cuando esta aerobiosis se ve disminuida o eliminada, la absorción del oxígeno por las raíces, no se produce. El suelo se va saturando de agua (perfil lleno) y con el transcurso del tiempo comienzan a aparecer síntomas en el follaje del vegetal, que pueden semejarse a otras parasitosis o disturbios fisiológicos, confundiéndonos.
El anegamiento -anaerobiosis- (maceta o suelo) durante períodos largos o permanente, puede provocar, según las especies, marchitez generalizada en las hojas, clorosis o muerte en las adultas, aparición de enfermedades visibles, entre otras. Es así que lo primero que hacemos es darle más agua, para revivirlas. Sólo estamos empeorando la situación.
Otra situación similar sucede cuando el sustrato de las plantas se halla compactado. Esto es muy típico del cultivo en macetas o en almacigueras. La reducción de crecimiento es la consecuencia de falta de aire (oxígeno) para las raíces. La incorporación de materia orgánica mejorará la estructura del medio y producirá la oxigenación para un crecimiento exuberante del sistema radicular.
Herbáceas como clavelina, clavel del poeta, pensamiento, gazania, clavel, conejito, caléndula, siempreviva, petunia, aquilegia, rudbequia, estátice, verbena, etc, etc., son especies que no toleran exceso de riego, pues fácilmente son atacadas por hongos que provocan enfermedades de hoja o del cuello de la planta.
Arbustos como laurentino, teucrio, lavanda, verónica, retama, romero, salvia, espantalobos, palán palán, pitosporum, dracenas, etc, etc., si no decaen rápidamente, lo hacen en forma progresiva observándose defoliación, amarillamiento de follaje, signos característicos de algunas enfermedades, crecimiento nulo.
Debemos recordar que nuestros suelos pampeanos, especialmente en la región sur, son de escasa profundidad (50-80 cm.). Si los riegos son muy frecuentes, ese perfil se carga rápidamente y el riego excede el consumo de la vegetación que soporta.
Porque veamos la superficie seca, no significa que todo el perfil está igual. Debemos regular los riegos abundantes, con menor frecuencia y así las raíces respiran y crecen normalmente.
Por todas estas razones es fundamental, cuando planificamos nuestro espacio, la asociación o agrupamiento de especies vegetales (arbóreas, arbustivas y herbáceas) con similares requerimientos hídricos, evitando así la desaparición de algunas, por exceso de riego.

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