jueves, 16 de abril de 2009

CONOZCAMOS EL SUELO


Después de lograr tener nuestra casa con un pequeño o gran terreno, pensamos en la parquización. Llegada la etapa de organización de nuestro espacio verde y con el entusiasmo de plantar lo antes posible árboles para sombra, reparo u ornamento, o cualquier tipo de arbustos, sabiendo lo que queremos implantar, salimos de compra a un vivero y lo antes posible empezamos a cavar el suelo y a plantar (y regar)....
Hemos obviado una etapa que es justamente, el conocer qué suelo tenemos, con qué suelo contamos y por qué no, qué calidad tiene ese suelo. Lo último es lo más fácil de mejorar: su estructura y su fertilidad, nosotros la podemos manejar.
Lo que no se puede modificar es la profundidad de nuestro suelo y que de ella dependerá el tipo de especies que prosperarán, sin mayores dificultades.
Porque en muchas zonas de nuestra provincia, especialmente en el sur y en parte en el norte, como también en otras regiones del país, el manto de tosca se encuentra a pocos centímetros. El recurso con que contamos se ha convertido en una "hermosa maceta". Puede tener sesenta, setenta u ochenta centímetros de profundidad. Cuanto mayor sea, mejor posibilidades tienen los árboles, especialmente las Coníferas de crecer normalmente.
Pero...cuando el suelo es poco profundo, tiene idénticas características que esa maceta grande que compramos para criar un hermoso arbusto que no se adapta a la rigurosidad de nuestros inviernos y que nosostros en esta región, la hemos convertido en "planta de interior". Ud. puede llamarle Ficus, típica especie para macetas.
Que ocurre cuando nos olvidamos, por varios días, regar la maceta? Imaginemos lo mismo con el suelo, cuando la zona atraviesa por un estrés hídrico muy marcado y necesitamos regar permanentemente nuestro jardín o parque. No sólo la tosca le impide el crecimiento radicular en profundidad. Las Latifoliadas tienen una distribución horizontal del sisstema radicular que les permite vegetar en estos suelos.
Pero lo más importante es la escasa capacidad de almacenamiento que tienen estos tipos de suelos y que dependen constantemente del aporte de agua (riego o lluvia).
En conclusión, cuando se dan estas condiciones de suelo, será necesario modificar la planificación de la parquización, quedando integrada por especies que no demanden suelos muy profundos. Las consecuencias las podemos tener pasados varios años de crecimiento, cuando los fuertes vientos azotan las copas de los árboles, pudiendo tirarlos por rotura de raíces.

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