miércoles, 22 de abril de 2009

HOJAS DE OTOÑO...útiles por Naturaleza!!



El follaje de los árboles (cultivados o nativos) puede ser: persistente o caduco. En algunas especies es intermedio, es decir semipersistente (eucalipto, ligustro).

Las especies caducas (fresnos, arce, morera, espumilla o crespón, acacia de Constantinopla, gingko, acacia bocha, etc.), con la llegada del otoño, se despojan de sus hojas. Entonces nos viene la preocupación por deshacernos de ellas, como ejemplo de basura. Las rastrillamos o las barremos y al basurero!!.

Si la sabia Naturaleza creó especies que se despojan de sus hojas, fue para que al caer al suelo y con la ayuda del aporte de agua (rocío, lluvias), más la acción de microorganismos, llámese bacterias, hongos u otros organismos, como Colémbolos, culebrillas, bicho bolita, larvas de insectos o lombrices, se descompongan, proveyendo de nutrientes (nitrógeno) que alimentan el sustrato en el que viven los árboles. Es el verdadero ciclo de la materia o del carbono. Además mejoran la estructura del suelo, ayudando a prevenir la erosión.

Pero cuando caen en la vereda (mampostería), calle, patio de tierra o sobre un tapiz vegetal, llamado césped ¿QUÉ HACEMOS CON ELLAS?...

Ahora estamos en condiciones de no llamarla “basura”, sino que es un residuo muy útil, si lo juntamos y las acumulamos en algún rincón, mojadas, veremos que en pocos días se van comprimiendo o aplastando (ocupando poco espacio), pudiéndoles agregar más e intercalando pequeñas capas de suelo, hasta que en dos o tres meses se convierten en un “abono compuesto” para ser usado en macetas, jardineras, canteros de especies florales, etc. Caso contrario se pueden distribuir debajo o detrás de arbustos o todo espacio de suelo descubierto, para que nos beneficie con: aporte de nutrientes, conservación de agua, mejoramiento de la estructura del suelo y presencia de lombrices.

Otra alternativa es la de criar lombrices rojas californianas, las que sembradas en residuos de cocina (cáscaras, hojas), pasto cortado, etc., compostados, serán consumidos por estos Oligoquetos y transformados en sus intestinos, en el llamado “lombricompuesto” o humus de lombriz.

También usando bolsas grandes (tipo consorcio) de polietileno negro, podemos llenar la bolsa con hojas bien mojadas, comprimiéndolas y una vez llena, la cerramos (nudo o atadura). Pasada la primavera, con las bajas temperaturas del invierno, al abrir la bolsa veremos que el contenido de hojas, está semidescompuesto, formando una especie de “turba”. Este producto servirá para agregarle al suelo.

Por último en un tapiz de césped se pueden dejar unos días, sólo para la contemplación, el placer de disfrutar de un paisaje otoñal, con sus distintos colores. Pero con el riego que podemos realizar al césped o lluvias ocasionales, hacen que las hojas se aplasten e inicien un proceso de descomposición que afecta al manto cespitoso, provocando en primer lugar amarillamiento de sus hojas por falta de luz y si la humedad es excesiva, la destrucción del follaje, por enfermedades fúngicas (hongos).

El otoño puede ser sinónimo de caída de hojas pero ésta, es sinónimo de BENEFICIO para nosotros, porque nos provee de abono para las plantas.
¡Ud. decide qué hacer!, pero tirarlas es sinónimo de extracción o minería.

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