lunes, 5 de julio de 2010

LUCHANDO CONTRA LAS HELADAS.

ombú de tres años, con envoltura de tallo y cobertura de hojas.

Vivimos en una región (semárida pampeana) cuyas características climáticas son muy particulares, además de los suelos, con temperaturas, humedad relativa ambiente, régimen pluviométrico, etc. muy variables.
Algunas especies vegetales las debemos implantar después de las heladas intensas, para lograr un crecimiento vigoroso el primer ciclo vegetativo (primavero-estival) y entrar al próximo invierno con un sistema radicular de buen crecimiento. Para ello debemos regar en verano, cuando el déficit hídrico lo exija. Pasado un tiempo de la plantación (o transplante) abonaremos convenientemente.
En especies con hojas persistentes en invierno (ej.: cítricos) es conveniente regarlos dos veces por mes durante la etapa de otoño-invierno, para permitir que los tejidos del vegetal estén turgentes (células hinchadas). Caso contrario (falta de agua) y por la transpiración desde sus hojas y tejidos tiernos verdes, los tejidos vegetales se plasmolizan (células "desinfladas") y las bajas temperaturas destruyen la laminilla media y por ende la membrana de las células de la corteza, ramas, ramitas y por supuesto hojas y la planta sucumbe. Si se produce una helada negra (sin escarcha) mucho peor. De ahí que el riego por aspersión del follaje y un suelo provisto de agua, impide el daño descripto.
La sanidad de la corteza del tallo y ramas es fundamental para la vida de los árboles. Por ella circula la savia (azúcares) desde las fuentes de elaboración (hojas) hacia las raíces.
Para luchar contra las heladas, en este período de adaptación de algunas plantas, se recomienda, además del riego descripto, envolver todo el tallo con telas (algodón y/o plástico) o polietileno, para evitar que la corteza se dañe.
Cuando sólo el follaje y ramitas chicas es afectado por la intensidad de las heladas, sólo nos queda pasado el invierno, podar lo seco y dejar que la planta brote de sus yemas axilares.
CUALQUIER PLANTA CON HOJAS (o sin ellas, pero susceptible) Y CON SUELO SECO, NO SOPORTA LAS BAJAS TEMPERATURAS Y PUEDE MORIR.
De ahí que cuanto más especies nativas o introducidas, pero de zonas templado-frías contemos en nuestros jardines, parques o huertas, mejor será.
No podemos ir en contra de la Naturaleza y porque vimos los jacarandá, palos borracho, ficus, alcanforeros, etc. en provincias del norte argentino o en localidades del litoral marítimo o de provincia de Buenos Aires, pretendamos implantarlas o criarlas con éxito, con nuestras condiciones climáticas, muy distintas por cierto.
Factores meteorológicos como la humedad relativa ambiente baja, durante la primavera o el verano e inviernos secos y con heladas intensas, hace que especies como el tilo, el liquidambar, la grevillea, catalpa, Acer palmatum, entre otros, manifiesten síntomas de desecamiento en hojas y hasta caída, que provocan el crecimiento muy lento del ejemplar o directamente su muerte.


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